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Foto del escritorJuani Oran

MÚSICOS QUE PACTARON CON EL DIABLO PARTE II

Led Zeppelin

¿Era Jimmy Page miembro de una secta satánica? ¿Esconde "Stairway to Heaven" una oración al diablo? ¿Cuánto vodkas bebió John Bonham la noche que murió? Los mitos, historias y leyendas urbanas sobre Led Zeppelin, muchas veces reproducidas en la prensa conservadora de EE.UU. para desprestigiarles, han ido siempre ligadas al grupo e, incluso, han llegado a eclipsar su aportación musical.




A decir verdad, los miembros del grupo no se tomaron nunca demasiadas molestias en desmentirlas, quizá por que aportaban un 'plus' a esa imagen de 'banda peligrosa'. A medio camino entre la verdad y la mentira, muchas de esas historias han sobrevivido al paso de los años.

Cantaba el clásico 'bluesman' Muddy Watters que "el blues tuvo un hijo al que llamaron rock n' roll". Al parecer, el hijo heredó la misma reputación que su padre. La relación entre los clásicos del blues y el diablo es legendaria. La historia más famosa, el pacto con el diablo de Robert Johnson en un cruce de caminos.

Como en el blues, en el rock han sido muchas las figuras a las que se ha acusado de llegar a un acuerdo con el diablo para lograr el éxito. Pero en el caso de Led Zeppelin, las acusaciones de satanismo y magia negra han estado muy elaboradas.

A eso ha ayudado las oscuras aficiones de Jimmy Page. No es un secreto que el guitarrista siempre fue un gran interesado por el ocultismo. Page era un seguidor del ocultista Aleister Crowley, fundador del Iluminismo Científico, movimiento considerado una secta satánica.

De hecho, en 1970 compró la siniestra mansión que tenía en la orilla del lago Ness, llamada Boleskine House y en la que se decía que Crowley realizó rituales y orgías.



Al mito contribuyeron también las runas que aparecen en el disco Led Zeppelin IV. Sus componentes nunca han revelado realmente qué significan sus símbolos. Se sabe que algunos son símbolos celtas (como el de Bonham y John Paul Jones) pero nada se sabe del significado del extraño símbolo que representa a Jimmy Page. Y el guitarrista nunca ha desvelado su significado.



Escalera ... ¿hacia el infierno?

De las historias esotéricas sobre Led Zeppelin, la más conocida es, sin duda, la "Stairway to Heaven". La leyenda dice que si escuchas la canción al revés se distinguen oraciones y alabanzas al diablo.

"Oh, here's my sweet Satan. The one whose little path would make me sad, whose power is Satan" (Oh aquí está mi dulce Satán. Aquel cuyo estrecho camino me hiciera triste, cuyo poder es de Satán), dicen que se escucha.




Tanto jugar con el maligno, creían algunos, tenía que tener consecuencias. Y por eso veían la mano de Satán en las desgracias sufridas por los miembros de la banda a los que se achacaba el pacto con el diablo (es decir, todos menos John Paul Jones). Era el precio, decían, de los coqueteos de Page con las ciencias ocultas.

Así, los hay que consideran que la muerte de John Bonham está relacionada con ello, y la leyenda creció por el hecho de que muriese en la misteriosa casa de Page que perteneció a Crowley. La autopsia, sin embargo, solo revela intoxicación etílica.

También se culpa a esa siniestra relación de la muerte del hijo de Robert Plant, Karac Pendra, que falleció de una extraña infección estomacal. O del accidente de tráfico que sufrió el cantante en la isla de Rodas. O del infierno que pasó Jimmy Page durante su adicción a la heroína.

En los años 70, las fiestas de Zeppelin eran conocidas como las más desenfrenadas de la escena del rock. La cocaína atrapó a todos sus miembros. Orgías salvajes, drogas y mucho alcohol. El desenfreno era tan grande que las historias corrían como la pólvora entre los 'groupies'. Algunas de ellas, eran auténticas barbaridades. E incluso -y eso es lo peor- ciertas.

Los excesos llevaron a la banda a la casi autodestrucción total. La adicción de Page a la heroína hacía que fuera incapaz de componer y, muchas veces, de tocar en directo.

Peor fue lo del alcoholismo de John Bonham, que le llevó a la muerte. Murió, como Jimmy Hendrix, ahogado en su propio vómito en un coma etílico. Se dice que llegó a ingerir hasta 40 chupitos de vodka. Y con "Bonzo" muerto, el Zeppelin dejó de volar,




Bob Dylan

Robert Allen Zimmerman, internacionalmente conocido como Bob Dylan, nació en Duluth, Estados Unidos, el 24 de mayo de 1941.

Cantante, poeta, escritor, símbolo, genio… Su obra ofrece suficientes facetas como para desarrollar teorías de todo tipo. A él no parece importarle. Sigue en activo y no deja de sorprender a propios y extraños.




Es una figura popular desde hace más de medio siglo y, sin embargo, sigue siendo un enigma. Tiene categoría de mito, pero huye de forma sistemática de su propia leyenda. Puede que se hayan escrito unos 2000 libros sobre él y los estudiosos de su figura cuentan con una categoría propia: son los dylanólogos, y no siempre están de acuerdo entre sí.

Cuanto más se intentan descifrar sus secretos, más difícil parece distinguir entre realidad y ficción. Su influencia en la historia de la música y en la cultura popular es indiscutible. Sin embargo, como dice en un verso de Like a Rolling Stone, en algunos aspectos sigue siendo un perfecto desconocido («a complete unknown»).

Recibió el premio Nobel de Literatura en 2016, para alegría, asombro e incluso indignación de fans, simpatizantes y detractores. Antes ya había sido premiado con un Óscar, con el Pulitzer y con el Príncipe de Asturias, entre otras distinciones. Es uno de los autores que cuenta con más versiones de sus canciones registradas por otras voces. Sin duda es un excelente contador de historias, capaz de crear imágenes electrizantes a través del lenguaje. También es experto en reinventarse a sí mismo y adaptar a su personalidad todos los recursos de la música tradicional americana.



En una edad en la que sus coetáneos anuncian su retirada o se prodigan lo justo, Dylan sigue publicando con regularidad y solo ha detenido su Gira Interminable (The Never Ending Tour) con más de 2700 conciertos por todo el mundo, en 2020 y por razones obvias. En los años 50 era un joven de Duluth, Minnesota, que empezó a seguir los pasos de sus héroes del blues, el folk y el rock and roll. En aquel entonces, ningún experto en literatura se tomaba en serio las letras de las canciones. Hoy se consideran una forma de arte por derecho propio. Sobre todo, gracias a Bob Dylan.

En 2016 pasaron muchas cosas:

Trump llegó a la Casa Blanca, el Brexit hizo tambalearse a Europa, murió Fidel Castro, Colombia firmaba la paz con las FARC y Dylan confesaba haber vendido el alma al diablo.

Dylan se convertía tras su confesión en el músico más completo de todos, eligiendo, además, la negación más sórdida de todas: la de la impostura.

Pero ¿y si no estuviera mintiendo? ¿Y si estuviera diciendo la verdad?

Poco después de que confesara su relación con el diablo en 2016, echaron en Días de Cine “El Corazón del Ángel” de Alan Parker.

En esta película, -una de las mejores de su director, amén del “Expreso de Medianoche”-, se cuenta la sórdida historia de Angel Heart, quien a su vez es Johnny Favourite (Mickey Rourke), un díscolo cantante de principios del siglo XX que trata de hacer creer al demonio, Louis Cypher (Robert De Niro), que jamás le vendió el alma a cambio de fama y fortuna.

El motivo no era otro que conservar su alma inmortal, pero habiendo disfrutado de su parte del contrato. Un clásico que hemos debido incluir en todos los códigos penales del planeta.

Sin embargo, y aquí viene lo curioso, en su desesperado troleo a Lucifer, el protagonista cambia de identidad, de profesión e incluso de recuerdos, en lo que termina siendo su lento declinar hacia los infiernos.

Es el momento de repasar algunos datos importantes:

Cuando Robert Allen Zimmerman llega a Nueva York con 20 años cambia su nombre por el de Bob Dylan y borra sus huellas diciendo que se había escapado del hospicio de un circo.

Al poco lanza tres discos seguidos que cambian el mundo: Bring It All Back Home (1965), Highway 61 Revisited (1965) y el celebérrimo Blonde on Blonde (1966). Tras publicar del último sufre un misterioso accidente de moto y desparece del mapa, regresando poco después con discos de perfil bajo y un absoluto hermetismo sobre su vida privada.

Es abucheado en el Festival de Newport y alguien le grita “Judas” desde el público.

Actúa en Woodstook, pero prohíbe expresamente que se le anuncie o se le filme.

Canciones como Like a Rolling Stone (como una bala perdida), considerada una de las mejores de todos los tiempos.



Father of Night (padre de la noche), I Shall Be Released, (necesito ser liberado), Knockin´On Heavens Door, (llamando a las puertas del cielo) o las letras de su etapa evangélica: “vas a tener que servir a alguien, de verdad que sí, puede ser el Diablo o puede ser el Señor; pero tú vas a tener que servir a alguien “. (Gotta Serve Somebody –Slow Train Comin´- 1978), parecen estar hablándole a alguien muy concreto.



Obligó contractualmente a su exmujer, Sara Marlin, a no revelar jamás ningún dato sobre su vida privada tras divorciarse en 1977.

Se convirtió al cristianismo evangélico en los ´70 para regresar al judaísmo durante los ´80. En 1997 actuó frente al Papa Juan Pablo II ante la negativa e intento de boicot de su predecesor Benedicto XVI (Joseph Ratzinger).

En 2021 se deshizo de todo su catálogo musical (unas 600 canciones) vendiéndolo a Universal Music por 300 millones de dólares.

Pareciera, como en “El Corazón del Ángel”, que se hubiera arrepentido de todo y estuviera tratando de deshacer su acuerdo a toda costa.

Y de la misma manera que Johnny Favourite en la película: provocando al demonio; haciéndole creer que, en realidad, nada de esto es cosa suya, que él nunca estuvo allí.

Poco se habla de esta entrevista de 2016:



“Solo sigo en la música porque debo pagar una enorme deuda contraída hacía muchos años. Un pacto entre “caballeros” con “el comandante en jefe de un mundo que no podemos ver”.

Decía con evidente congoja.

Y no es para menos, porque no cabe duda de que lo ha intentado todo.

Es ahora cuando mejor conecta su historia con la película de Alan Parker.



Quizás, como hizo Johnny Favourite, le hubiera vendido su alma al diablo a cambio de fama y fortuna…

Quizás ambos se arrepintieran de la gloria disfrutada y quisieran eludir el pacto poco después, tratando de burlar al diablo de mil formas.

Quizás también hubiera fracasado en su intento de despistar a Louis Cypher y hubiera sido obligado por el demonio a recordar su deuda haciéndole seguir un agónico proceso de búsqueda personal.

Esto explicaría muchas cosas:

Para escapar de Lucifer, Johnny Favourite se convirtió en Harry Ángel; un detective de poca monta que se debatiría entre el evangelismo, el vudú y la apostasía en busca de un refugio que, lamentablemente, no encontraría nunca.

Robert Zimmerman se convirtió en Bob Dylan y abrazó todas las religiones bajo la misma premisa.

Johnny asesinaba a todo aquel que pudiera desenmascararle.

Dylan cambió constantemente de músicos durante toda su carrera, sin conservar a ninguno, y se ocultó del ojo público durante años después de que alguien, quizás el propio Cypher, le gritara “Judas” durante uno de sus conciertos.

Y si es cierto que el propio demonio le reconoció desde el público en 1965, seguramente también le haya estado pisando los talones todo este tiempo y divirtiéndose mucho con sus intentos fallidos de redención: tocando ante el Papa “I Shall Be Released” o vendiendo todas sus canciones para evitar figurar en ninguna parte.

Judas representa la traición.

Algo hilado de maravilla también en “El Corazón del Ángel”.

En la película, Harry Angel termina por traicionar a todas sus amistades a través de su alter ego: Johnny Favourite.

Robert Zimmerman hizo lo mismo con sus admiradores, sus líderes religiosos e incluso sus más incondicionales colaboradores, y siempre tras la máscara de Bob Dylan.

Y como Judas, que trató de devolver el dinero que le dieron por vender a Jesús, él ha terminado por capitular entregando aquello que un día le costó el alma: sus canciones…

“Sabéis que estamos viviendo los últimos días”. Llegó a predicar durante un concierto de su etapa redentora en 1979. Y citando la Biblia añadió: “Echad un vistazo a Medio Oriente. Os avisé en The Times They Are-a-Changin´. Dije que la respuesta estaba flotando en el aire; pues bien, ahora os digo que Jesús está de vuelta”.

Aquel día terminó la actuación henchido por la gloria de Dios, sabiéndose redimido y lleno de gracia al grito de mil aleluyas.



Sin embargo, el olor a azufre no tardará en volver a rodear su figura.

Y es que me gusta pensar que aún tiene que ofrecer su último concierto. Uno muy especial. De una sola canción y para una sola persona.

Pero esta vez, en vez de un Papa, será Louis Cypher quien disfrute de verle interpretar una de sus canciones más importantes; aquella que, modificada sensiblemente para la ocasión, le ponga a llamar de nuevo a las puertas, en esta ocasión, del infierno.



Alice Cooper

Tras convertirse al cristianismo, uno de los cantantes de rock satánico más temido y respetado de la historia de la música, advierte de la existencia del diablo, y pide que “no se le tome en broma”. Su verdadero nombre es Vincent Damon Furnier. Su nombre artístico, Alice Cooper, era el nombre de una bruja y hechicera que, según cuenta la leyenda, fue asesinada en Salem, Estados Unidos, a finales del siglo XVII a manos de unos de unos protestantes radicales. Alice Cooper fue uno de los pioneros en mezclar rock con espectáculo. Se le considera el padrino del “Shok Rock”, el término utilizado para designar una variedad de rock –propia de finales de los 50- en la que los cantantes mezclaban su música con trucos de ilusión de alto nivel utilizando elaborados efectos especiales.

Solista de hard rock y heavy metal, Alice Cooper fue uno de los primeros artistas cuya música fue descrita con el término «Heavy Metal». Hizo de sí mismo un personaje surgido de las más sórdidas pesadillas, dándose a conocer como uno de los más terribles rockeros satánicos de la historia, convirtiéndose en el maestro de otros músicos como Marilyn Manson.

La puesta en escena de sus conciertos nunca defraudaba. Protagonizaba escenas de lo más macabras utilizando guillotinas, sillas eléctricas, sangre falsa, muñecas diabólicas y una serpiente pitón que solía llevar sobre su cuello.



Después de estar a punto de perder la vida por su adicción al alcohol y las drogas, su mujer, Sheryl, con quien lleva casado cerca de 40 años y con quien tiene 3 hijos, le propuso visitar una iglesia evangélica. Fue aquí donde Alice Cooper descubrió a Jesucristo y, desde ese día, el cantante de rock nunca volvió a ser el mismo.



Cierto, soy un cristiano vuelto a nacer. Porque cada uno de los que creen en Cristo vive una vida nueva, tiene una percepción diferente de la propia existencia. El cristianismo es una relación personal con Cristo: no es una cuestión de reglas o de técnicas…”, explicó Alice Cooper durante una entrevista en Estados Unidos. Desde que se convirtió al cristianismo, Cooper ha defendido que cualquiera puede ser cristiano, incluso una estrella de rock. “En la Biblia no está escrito en ninguna parte que una estrella del rock no pueda ser cristiana. ¿Cuántos cristianos –se pregunta el artista- no serán francotiradores, boxeadores o cualquier otra cosa? El cristianismo puede pasar a través de todos los tipos de oficios, tal vez el de una estrella del rock sea el menos malo…”, señaló Alice Cooper. “¡Tengan cuidado! Satanás no es un mito; no vayan por ahí creyendo que Satán es una broma”, advirtió en otra ocasión el ex-rockero satánico. “No quiero convertirme en una celebridad cristiana”, aseguró en la revista musical Hard Music Magazine, porque “es muy fácil concentrarse en Alice Cooper y no en Cristo. Yo soy un cantante de rock. No soy nada más que eso. No soy un filósofo. Me considero muy abajo en la escala de cristianos conocedores. Así que no busques respuestas en mí”. “Ser cristiano es algo en lo que vas progresando, es una dinámica en movimiento. Uno va aprendiendo. Uno va a su estudio bíblico. Uno debe rezar. Yo era una cosa antes. Ahora soy algo completamente nuevo. No juzguen a Alice por lo que solía ser. Alaben a Dios por lo que soy ahora”, concluye.






Ozzy Osbourne

El vocalista de Black Sabbath ha sido acusado innumerables veces de ser una mala influencia para la juventud y de difundir la cultura satánica con su música, su comportamiento y su peculiar estilo, cosa que él nunca ha negado.



Hubo un tiempo en el que los rumores de que Ozzy formaba parte de sangrientos rituales se hicieron más fuertes que nunca. Especialmente después de lo que ocurrió en un concierto. El grupo se encontraba tocando durante un show en Iowa, cuando alguien del público le lanzó lo que él creía, era un murciélago de juguete.

Ozzy se equivocó. Atrapó al animal en el aire y le hincó los dientes con fuerza en el cuello, haciendo que la criatura se desangrara violentamente sobre el escenario.

La pasión de Ozzy por las artes oscuras y la adoración a “Satán” han sido evidentemente reflejadas tanto en su carrera música como en sus declaraciones y vida personal.

El demonio se volvió más popular en la música con la llegada de las bandas de Heavy Metal, y Ozzy incluso usó imágenes de pentagramas y crucifijos invertidos en sus álbumes, con canciones sobre magia negra y ocultismo.

En varias ocasiones el rockero ha declarado que está convencido de que irá al infierno cuando muera por haber “vendido su alma al diablo” a cambio de poder exprimir al máximo su vida, incluso dijo que llegó a pensar que estaba poseído.

Cabe señalar que recientemente, Ozzy Osbourne atribuyó a Satanás el mérito de haberlo protegido durante la pandemia de covid-19, incluso cuando otros miembros de su familia se contagiaron.

“Mi mujer tuvo el virus; mi hija tuvo el virus y yo nunca lo cogí, ¡ser un adorador del diablo tiene sus ventajas!”, declaró en una entrevista.



A principios de los ochenta, la asociación PRMC —formada por diversas esposas de políticos norteamericanos— se empeñó en censurar la industria discográfica, y los grupos de “heavy metal” fueron su blanco favorito. Suicide solution (una de las canciones del disco de debut de Ozzy Osbourne, Blizzard of Ozz) saltó a los titulares cuando un joven fan de Ozzy se quitó la vida de un disparo en su habitación… mientras sonaba el tema. La prensa se empeñó en culpar a la canción del desgraciado suceso y no ayudó a mitigar la idea la imagen del propio Ozzy, quien además de descabezar murciélagos y pájaros a mordiscos, provenía de Black Sabbath, un grupo que muchos padres asustados asociaban con el satanismo. Además, en aquel mismo disco había grabado Mr. Crowley, una canción que era un claro homenaje al famoso satanista del siglo XIX, Aleister Crowley. El único problema era que la letra y el título de Suicide solution no hacían referencia a quitarse la vida sino al alcoholismo (estaba dedicada a Bon Scott, difunto cantante de AC/DC, quien había fallecido a causa de la bebida). De hecho, la palabra “solution” era usada en su segunda acepción, la de “solución líquida” y no como “manera de resolver un problema”. Incluso el supuesto satanismo de Ozzy era más bien infantil —cualquier que haya visto la serie The Osbournes se hará una idea de ello— pero en aquellos años cualquier cosa que sonase a rock duro era sospechosa de estar inspirada por el Señor del Averno. Ozzy terminó saliendo indemne del asunto, aunque el asunto llegó a los tribunales y por un momento no pareció claro si terminaría pisando la cárcel o no, sólo porque los censores no se habían leído la letra o no sabían que la palabra «solución» significaba más de una cosa.




Marilyn Manson

Brian Warner, mejor conocido como Marilyn Manson, es un sacerdote de la iglesia satánica quien se autodenomina el "anticristo superestrella", título de su primer disco. Nació en una familia "cristiana" no muy ferviente, y desde pequeño mostró una falta de respeto por Dios y la religión, escuchó música de grupos antagonistas al cristianismo, y busco ofender y espantar a los cristianos que conocía.



Manson es muy claro en cuanto a sus creencias. Reconoce un fuerte consumo de drogas, depresión y la automutilación. Ser satanista, bisexual, inmoral y a favor de vivir sin freno. Promueve rechazar a los padres, la religión y la sociedad y vivir conforma a los instintos sin medir las consecuencias.

Sus posturas se pueden resumir así:

Dios.

"Yo soy mi propio dios, no creo en el Dios de los cristianos, pero si existiera, no me amaría. Yo represento todo lo que él enseñaría que se debe ser. Mi bien y mal son diferentes del bien y mal suyos".

Satanás.

"Satanás no es un ser sino una palabra que se puede usar para describir tu lado animal. Representa rebelión contra la sociedad y Dios, así como contra las cosas que nos son forzadas y que se nos quieren hacer ver como normales y aceptables"

"Somos el abogado del diablo".

Satanismo.

"El satanismo no se trata de sacrificios rituales. El satanismo es adorarte a ti mismo, porque tú eres responsable de tu propio bien y mal."

"Todo el poder que Anton LaVey (líder de la iglesia de satanás y mentor suyo) posee lo ha ganado por miedo, el miedo público a la palabra: satanás. Al decir que era satanista, LaVey se convirtió en satanás a sus ojos, lo cual es como mi actitud para convertirme en estrella de rock."

Sus enseñanzas son: Tratar amablemente solo a aquellos que se lo merezcan; venganza y no "poner la otra mejilla"; indulgencia en lugar de abstinencia; pecados que llevan a la auto gratificación.

Los satanistas son superiores a las masas que creen en una deidad. No necesitan de nadie ni de Dios pues cada uno es su propio dios.

La Biblia.

"Tiene mucho más sentido seguir la biblia satanista, escrita con una mentalidad humana del siglo XX, en vez de un libro que fue escrito como compañero a una cultura extinta hace mucho."

La Biblia como libro da muchos mensajes mezclados -un Dios cruel y luego un Dios de amor-. Cuando se decidan la volveré a leer."

Vida después de la muerte.

"No existe una vida posterior que vaya a justificar o a castigar".



Aborto.

"La gente estúpida no debería procrear, por lo que en ese sentido soy proaborto."

Inteligencia.

"Las personas inteligentes son aquellas que quieren hacer lo que les place y ser ellos mismos, no lo que la TV, la religión o la sociedad quieren imponerles."

Abuso sexual de menores.

"No estoy ni en contra ni a favor, yo solo hablo (en mis canciones) de lo que viví como niño" (dice haber sido abusado por su abuelo a los 12 años.

Sus canciones.

Los títulos de sus discos, así como los de sus canciones y la letra de estas van desde la protesta directa hasta lo profano y grotesco.

No resistir las emociones.

"Yo voy con lo que es natural y humano. No me resisto a mis emociones, no me siento culpable por sentir lujuria, avaricia y odio. Respeto a los que se respetan a ellos mismos y creo en la supervivencia del más fuerte, lo cual creo que es instinto humano básico."

Pecado.

"Aprendí que todo lo que es considerado pecado es lo que te hace un ser humano. Los siete pecados capitales son la verdadera naturaleza humana. Tienes que controlarlos, pero si te hacen sentir culpable por ser humano, entonces quedarás atrapado en un ciclo sin fin de pecar y arrepentimiento del cual no te podrías escapar.

Cristianismo.

"La guerra del cristianismo contra el diablo ha sido siempre una lucha contra los instintos humanos más naturales por el sexo, la violencia, la auto gratificación, y una negación de la pertenencia del hombre al reino animal."

"Espero ser recordado como la persona que termino con el cristianismo". "Veo el Apocalipsis como el fin del cristianismo, cuando todos podrán darse cuenta de que son su propio dios y diablo y tomar responsabilidad por ambas partes".

Actos realizados en sus eventos masivos.

Animales. Muchas historias se cuentan sobre sus presentaciones masivas, las cuales están prohibidas en varios estados de EU, pero hay que aclarar que no es cierto que arroje animales vivos a la audiencia para que los destrocen.

Sexo oral.

Cuando le preguntaron cómo se sintió al realizarle sexo oral a un hombre en el escenario con sus padres entre la audiencia, contestó: "De momento no pensé en que estuvieran ahí, pero después me sentí muy bien, no se ofendieron realmente, han aprendido a ser de mente abierta sobre las cosas que hago".

Su sexualidad.

"Mi nombre y el de todos los miembros de la banda refleja nuestra forma de ser; Marilyn Monroe (actriz que refleja el ser bueno), y Charles Manson (asesino serial que refleja lo malo). La dualidad hombre-mujer, bien-mal es lo que define mi personalidad".

Él se autodefine como un "transvesti bisexual".

Suicidio.

"Me gustaría tener un show en MTV para pasar todo el día el video de "el número de la bestia" -del grupo- Iron Maiden, hasta que todos se suiciden.

"Me rehúso a que se controle algo, sean ideas o químicos. Si se permitiera la libre distribución de drogas, lo que quieren matarse lo harían, y así habría más espacio para los demás que quieren usar drogas".




Iron Maiden

En diciembre de 1981 el grupo inglés de Heavy Metal Iron Maiden (nombre que significa “Doncella de Hierro” y que alude a un instrumento de tortura medieval) entró a los estudios Battery de Inglaterra para grabar el que sería uno de los mejores álbumes de metal de todos los tiempos: “The number of the beast” (“El número de la bestia”), el mismo disco que sería acusado de satánico por sus detractores y en cuya grabación ocurrirían incluso algunos supuestos hechos paranormales.



La banda, durante la grabación de este disco (el número 3 de su carrera) estrenó a un nuevo vocalista, Bruce Dickinson, ex cantante del grupo Samson que tenía un excelente registro vocal y una gran presencia escénica y que venía a reemplazar al anterior vocalista, Paul Di’Anno. Con la producción de Martin Birch, el grupo terminó el nuevo álbum en sólo dos meses, aunque la prensa musical de la época informó que, durante la grabación del disco, como si de un álbum maldito se tratara, sucedieron una serie de hechos inexplicables, entre los que se incluían luces que se encendían y apagaban solas, extraños ruidos que se escuchaban en el estudio y fallas inexplicables que dejaron inservibles algunos equipos de grabación.


Estos misteriosos e inexplicables hechos llegarían a su clímax cuando el productor Martin Birch, tras salir de una de las sesiones de grabación del álbum, abordó su automóvil para ir a su casa, chocando en el camino posteriormente contra un autobús que venía lleno de monjas. Nadie resultó gravemente herido y Birch quedó sólo con algunos rasguños, aunque su automóvil fue el que sacó la peor parte. Sin embargo, cuando Birch mandó a reparar el coche y lo fue a buscar al taller, se llevó una terrorífica sorpresa cuando se enteró que la factura de la reparación del auto era de… 666 libras esterlinas, la misma y temida cifra del diablo. Aunque no era especialmente supersticioso, para evitar problemas o atraer alguna fatalidad Birch prefirió pagarle al taller 667 libras esterlinas.



El disco “The number of the beast” fue lanzado al mercado en marzo de 1982 y de inmediato llamó la atención por su portada, que causó gran controversia, especialmente en América. En la cubierta del álbum, obra del artista gráfico Derek Riggs, podía verse en un páramo del infierno a Eddie, la mascota del grupo (una especie de terrorífico muerto viviente), controlando a satán como si se tratara de una marioneta, mientras satán controlaba a su vez a una marioneta más pequeña, que era un pequeño Eddie. El manager del grupo, Ron Smallwood, explicó que el concepto de la portada se basaba en las preguntas: “¿Quién es el verdadero diablo? ¿Quién controla a quién?”, mientras que Derek Riggs agregó que las imágenes del infierno que aparecían alrededor de los personajes las tomó de su “conocimiento de la Europa cristiana de la época medieval”.

Pese a que el disco fue alabado por la crítica especializada por su poderoso sonido metalero, sus intrincados e inteligentes arreglos y las épicas líricas y filosóficas de las canciones (como la canción “Hallowed be thy name”, que describía la historia de un preso a punto de ser ahorcado), compuestas en su mayoría por el bajista Steve Harris, el disco fue duramente criticado por grupos conservadores, especialmente en Estados Unidos, donde la banda fue acusada de ser satánica. Estos grupos organizaron quemas públicas de todos los álbumes de Iron Maiden, sin embargo, algunos grupos religiosos optaron por destrozar los discos a martillazos, por temor a la inhalación de los humos de los vinilos quemados.

Estos sectores conservadores tildaron de satánicas a canciones específicas, como la misma “The number of the beast”, que le daba nombre al disco, la que fue sindicada por algunos como un “descarado himno de adoración al diablo”. La canción en cuestión comenzaba con una cita bíblica del Libro de las Revelaciones (“¡Ay de la tierra y del mar! / porque el diablo ha descendido a vosotros con gran furor/ sabiendo que tiene poco tiempo. / El que tenga entendimiento que calcule el número de la bestia/ porque es un número de hombre y ese número es 666”) y terminaba con las frases: “Volveré, regresaré / Poseeré tu cuerpo y te haré arder en las llamas/ Tengo el fuego, tengo la fuerza/ Tengo el poder para que mi maldad tome su curso”. Sin embargo, Steve Harris aclararía posteriormente que la canción no tenía nada de satánica y la había escrito después de tener una pesadilla tras ver la película “La profecía II” y leer el poema Tam O’ Shanter del escritor escocés Robert Burns (1759-1796). “Básicamente es una canción sobre un sueño. No tiene nada que ver con adoración al diablo”, se defendería el bajista.



La gira de promoción que se organizó para promocionar el disco “The number of the beast”, llamada “The beast on the road”, fue objeto de numerosos boicots y manifestaciones. Los activistas rodearon las zonas de los conciertos y repartieron folletos a los asistentes e, incluso, en una ocasión levantaron una cruz de veinticinco metros para conjurar el supuesto influjo satánico del grupo. “Fue una auténtica locura. Obviamente esa gente no había leído las letras del álbum. Sólo lo hacían porque creían en toda esa basura de que éramos satánicos”, explicó el mismo Steve Harris.

Como sea que fuere, tras el lanzamiento de “The Number of the Beast” y su correspondiente gira, el grupo Iron Maiden comenzaría a ser conocido entre sus fanáticos como “The Beast” (“La Bestia”), uno de los epítetos con los que se suele denominar al diablo, lo que contribuyó a alimentar la inquina de los grupos religiosos y conservadores de la época en contra de la banda. Esta situación significó mucha publicidad y atención sobre el grupo, pero también les acarreó un estigma que los acompañó lamentablemente durante un buen tiempo.



L´Acrópolis De Juani

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