Hay veces que la soledad llega a inspirar tranquilidad y otros momentos en los que esa soledad actúa como el diablillo que se pone encima de tu hombro insinuándote más de una travesuras y ya se sabe, comer y rascar todo es empezar.
Llegué pronto de trabajar, me puse cómoda quitándome la ropa y poniéndome un albornoz calentito, me senté en el chaiselongue y la luz tenue hizo el resto.
Mi mano cobró vida independiente, unas caricias en mi cuello que fueron calentando el ambiente, deslizándose maliciosamente por encima del albornoz, pensando en aquella ultima vez que tus manos hicieron lo mismo.
Abrí el albornoz para facilitar el trabajo de mis manos acariciando sutilmente mis pechos por encima del brasier recorriendo el borde de la tela preparando la invasión. Mis pezones empezaron a reaccionar al contacto de mis dedos poniéndose cada vez más excitados, no me quedó otro remedio más que meter mis manos dentro de la tela y empezar a pellizcarlos. Primero el derecho y luego para evitar envidias el izquierdo, y seguía pensando en tus manos haciendo travesuras. Mientras, mi mano izquierda acariciaba mis pechos jugando con los pezones, termine de descubrirme el albornoz, mis ojos entrecerrados, disfrutando cada vez más de mi misma. Mis piernas inconscientemente se abrieron ardientes de deseo esperando que esa mano empezara a darme placer, a jugar con mis ganas. Mi espalda se arqueó al notar ese placer que una sóla sabe darse, al principio suave acariciando el clítoris, con mis ojos medio cerrados dejándome llevar por la situación, totalmente abierta.
Mi imaginación voló, haciendo que notara una presencia en la habitación, aunque con los ojos cerrados no podía ver, pero, quería disfrutar de ese momento de placer para mi misma haciendo que el mundo a mi alrededor desapareciera. Al entreabrirlos creí verte enfrente de mi, en silencio, observando todo ese placer y los gemidos que se escapaban de mi garganta. Te sentaste en el sillón, sin mediar palabra solamente mirando; esa mirada lasciva disfrutando de mi, de mi momento. Eso me excitó aun más al sentirme observada, tú, escudriñando cada momento de placer y haciéndolos tuyos. Vi cómo empezabas a acariciarte por encima del pantalón viendo crecer ese bulto entre tus piernas, hasta que oí la cremallera con ese sonido inconfundible y goloso, mis dedos entraron en mi viendo cómo te masturbabas…
Comments