Su húmeda serpiente
danza desde su melódica caverna,
se arrastra en medio de mis piernas
para inyectarme su veneno alucinante.
Voy muriendo en instantes,
y aún con la falta de aire,
se desbocan mis gemidos,
tengo la opción de frenar su ofensiva,
pero no quiero que se detenga el suplicio.
Merezco el castigo de su hambre
por permitir que su húmeda serpiente
incitara a mi piel al pecado de la carne,
se arrastró desde mi boca, a mi cuello,
a mi espalda, por mi trasero,
hasta provocar la humedad abundante.
Y ahora que se arrastra
por las paredes de mi sex_0,
no tengo otra opción más que morir
en las llamas que su apetito
no sabe disimular ni en su aliento.
Me chupa, me come, me lame,
de su gula erótica yo tengo hambre,
¿y es que parar como?
si el orgasmo está al borde,
en su húmeda serpiente exploto,
lo quiere todo,
y yo se lo doy de manera abundante...
Autor:
M. Castaneda
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