Besar tu cuello,
probar tu ser,
quiero ser el rocío
que despierte tu piel.
Hacer de tu pecho
mi refugio predilecto,
tus brazos la prisión
de mi cintura.
Que tu piel se erice
con el roce de mi piel,
ser quien despierte
las ganas de tu hombría.
Tus tormentas tempestuosas
por mi paz sean calmadas,
y tu instinto sediento
por mi manantial sea saciado.
Sonidos guturales emitidos por ti,
suspiros anhelantes que no puedas reprimir,
melodías de amor y deseo llegando a mis oídos,
invitandome a cometer las más placenteras perversiones.
Un ángel aprendiendo a pecar,
mientras un demonio intenta volar.
Iremos juntos, amor,a esa delgada línea
que separa a la noche del día,
dónde se encuentra la elección
de vivir de amor o morir por cobardía.
T.B.
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