“Pocos soportan a una mujer de temple duro y buen carácter.
Muchos piden una y cuándo por fin la conocen le temen porque les sabe a:
Muy arrogante, demasiado determinante, exigente, fuerte, rebelde, libre, poderosamente tierna, endiabladamente segura de si misma y por si fuera poco, sensible, empática y sencilla.
Descubren que no son fácil de manipular. Se vuelven una mujer difícil para los que no están a su nivel. Ni están dispuestos a estarlo.
Porque resulta que no son sumisas, ni obedientes, ni conformistas, ni calladas. Que no viven bajo la sombra de nadie, ni a costillas de un hombre, sino a la misma altura, con o sin tacones.
Una mujer así, no combina con la mediocridad de nadie.
Ni con el miedo de un hombre que no merece tenerla en su vida”.
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