Papá me dijo alguna vez que tenía los ojos más bonitos y poderosos que había visto en su vida.
— Quién los mire, sabrá que no será nada fácil salir de ellos. — Decía mientras me abrazaba.
Ahora me gustaría preguntarte cuál de todas mis miradas no puedes sacarte de la cabeza.
Si es aquella en la que te veía cuando me contabas sobre tus planes.
La que ponía al no entender nada, o cómo te observaba cuando me encontraba delante de ti arrodillada.
Porque fue un placer que mis ojos te observarán. Pero también sé que para ti lo fue, saber que estos ojos no solo te veían con amor y admiración, sino también con ganas.
¿En cuál de todas mis miradas te perdiste?
¿En cuál de todas mis versiones quisiste quedarte?
¿Con la niña tierna que sabía quererte?
¿La mujer que con una sonrisa te invitaba a ceder?
O con el complemento que te hacía estallar la cabeza, porque jamás lograste comprender.
Cuéntame, ¿Cómo se repone a la ausencia de una mujer que sabe ser calma y huracán a la vez?
¿Se sale ileso de un lugar donde te saben querer tan fuerte?
Explícame, ¿Qué veían tus ojos cuando los míos te fotografiaban?
Es tan fácil irse y tan complejo olvidar.
¿Qué de cierto tiene la frase que me decía mi padre?
Los ojos son tan peligrosos como mágicos.
Y aunque los míos jamás hablaron sobre una maldición, hablaban de quererte y ya no sé cuál es peor.
Que fortuna la tuya verte en ellos; durante, antes y después de hacer el amor.
Ojalá te hayas grabado bien alguna mirada.
Ojalá recuerdes su color y los destellos que salían de ellos.
¿Te cuento algo?
No siempre brillaron así.
Algún día lo hicieron por ti.
Y es una maldita pena que hoy no te vean por aquí.
Descuida, dicen las sabias lenguas que si pides algo 3 veces con mucha fuerza, ¡Sucede!
Así que, si algún día quieres recordarte siendo observado por mí...
Pronuncia mi nombre 3 veces, sabré hacerte saber que estoy, aunque ya no me veas junto a ti.
MD.
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