Todos tenemos gustos exquisitos y más probablemente a la hora de disfrutar del sexo. Creo que tenemos esa parte fetichista, algo que funciona en nuestra mente cómo un interruptor y hace que se abra la jaula de la bestia sexual que cada uno lleva dentro.
En mi caso realmente no se si lo soy si tengo ese fetiche, pero… Recuerdo aquel día, nos quedamos terminando un trabajo urgente que era para ayer y al final cómo de costumbre me quedé yo a solas, todo el mundo se fue, pero a mi tampoco me esperaba nadie, seguía en mi mundo terminando de cuadrar balances cuando de repente escuché un ruido, que venía del despacho de uno de los ceos de la empresa. Desde mi mesa pude ver cómo abría despacio la puerta y se metía a su despacho. La verdad que tenía buena planta y puede que con el ajetreo diario no me hubiera fijado bien, o puede que hubiera sido por las horas a las que estábamos. Pude verle esta vez con calma, un hombre alto y bien formado, bastante atractivo vestido en un impecable traje. No podía quitarle la vista de encima era algo hipnótico, ver como se mesaba el pelo en la penumbra de la luz de su mesa mientras revisaba no se que documentos, estaba encendiendo algo en mi que me descuadraba los balances. Mi respiración comenzó a agitarse cuando se levantó y se quito la blazer de estilo clásico pero informal, muy despacio, cómo si supiera que le estaba observando y vaya si lo estaba, la colgó en el respaldo de la silla quedando con una camisa blanca, impoluta que se le ceñía a ese cuerpo moldeado psra la lujuria y una corbata de color azul marengo, con ciertos brillos. Vi cómo acercaba sus dedos al puño de su camisa para quitarse los gemelos mientras alzaba su mirada para encontrarse con la mía. No me di cuenta pero tenía el boli en la boca cómo si en cierta manera quisiera que fuera parte de él la que sostuviera entre mis labios. En ese momento cierta calentura se apoderó de mi y más cuando vi cómo se aflojaba un poco la corbata desabotonando ese último botón de la camisa, dejando al descubierto su cuello haciendo que un más que sonoro suspiro se escapara de mi boca, esa noche tenía que ser mío. Me recompuse lo mejor que pude levantándome de mi mesa mientras humedecía mis labios dirigiéndome hacia su despacho…. Vaya creo que si que voy a ser fetichista al fin y al cabo.
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