«Hay seres humanos que se quedan de rodillas esperando el fin con resignación, o que buscan congraciarse con el verdugo. Y hay otros, los menos, que intentan echar a correr. Intentan ser libres y vivir durante quince metros. Es muy poco, porque el tiro al final llega igual. Pero durante esos quince metros que corre, el ser humano es libre. Esos quince metros se llaman amor, amistad, dignidad, decencia, caridad, honradez, coraje, compasión, solidaridad. En esos quince metros, aparentemente muy cortos, el ser humano puede hacer muchas cosas importantes. Toda la diferencia entre los hombres, para mí, reside en cómo corre o no corre esos quince metros. Eso es el libre albedrío posible dentro de las reglas generales de un cosmos que no tiene sentimientos.»
Diario “La Nación”
Buenos Aires, 17 de mayo de 2006
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